Entrar al escenario para cambiar la historia


Autor: Jaime Molina González | @kakortapapel | Collage: GUITARRISTA COMO HENDRIX |  “cuando tus deseos y ganas se las impones a otros”

Mg. Gabriel Silva Vilches
gabrielsilvavilches@gmail.com
Co-fundador y Director

Fundación Círculo Remolino, La Serena, Chile.
@fundacion_circulo_remolino
circuloremolino@gmail.com

 

Qué se abra el telón, todos y todas en silencio, atentos, atentas a lo que está por ocurrir, muy tranquilos, muy tranquilas, no se levanten de sus butacas, no se pierda ningún instante y no olvidar que es una historia ensayada muchas de veces, nada puede salir mal, recuerda no interrumpir la acción y jamás pero jamás ingresen al escenario.

Bienvenidos, bienvenidas a observar el escenario, aquel espacio en el tiempo, en los tiempos donde constantemente ocurre la representación de las culturas, sus órdenes y desordenes, donde cohabitamos todos los estados, todas las construcciones, representaciones y reproducciones sociales, donde habita también la infancia con sus infancias, estas con sus expresiones, sentires y pensares, tan propios que no logran mostrarse sin el cedazo de las imposiciones grabadas por el contexto dirigido por los otros tiempos, esos tiempos que llevan la razón por delante como un escudo indestructible de adaptación creado de experiencias impuestas desde el poder, esos tiempos que alcanzaron la madurez “esperada” sin darse cuenta y que desprendieron de sus cuerpos los tiempos y espacios sin fin del juego y de la improvisación.

Las infancias, esas que a lo largo de la historia de la humanidad les han inscrito en sus pasajes históricos, detalles escabrosos que al día de hoy parecieran ser la ficción de un entramado de violencias. Solo a la vuelta de la esquina del tiempo, anteayer en el siglo XVIII y ayer en el XX, reaparecen como visibles y propensas a ser. Sin embargo, les hacemos volver a la esquina pasada y a antes de anteayer constantemente, sistemáticamente.

Entonces nos preguntamos, ¿dónde están en este escenario?, ¿realmente han podido entrar y estar en presencia activa?, será que estuvieron, están y/o estarán siempre de espectadoras, viendo, escuchando e interiorizando las escenas necesarias para la repetición constante del orden social impuesto o estarán tras bambalinas esperando su turno en tiempos de infancias y cuando les

corresponde salir a escena ya han alcanzado la madurez “esperada”, esa que es acompañada férreamente por las expectativas de les adultes, para ser aquellos interpretes que necesitan escuchar las lineaciones certeras y sin espacios de reflexión del director para comenzar a
interpretar las líneas, movimientos e interacciones que les han dirigido.

Sentir y pensar la infancia.

“No solo poseemos una capacidad innata para el asombro, sino que es una necesidad pero, por distintos motivos relacionados con el miedo y el ansia de control, nuestra sociedad tiende a malinterpretar y en consecuencia, a reprimir dicha capacidad de asombro incluso en los niños”
(Hart, 2013)

Cómo sentipensamos a las infancias, cuales son los significados que les otorgamos desde ese pensarlas y sentirlas, serán nuestras bases para establecer interacciones con ellas y ellos, otorgándoles ciertas lineaciones y estructuras con sesgos que nos obligarán a anticipar tácitamente su conformación en la cultura y desde ahí un ciclo de invisibilizaciones de los caracteres genuinos de todos y todas, en estéticas cotidianas que les obliguen a sentir esos sesgos.

Qué importante sería que este escenario cambiara de tal manera que las interacciones humanas no olvidarán la importancia de las libertades de cada una, de cada uno, donde se pensaran y sintieran desde la horizontalidad, desde la asertividad, sin pretensiones colonizadoras, teniendo en frente siempre la generación de pensamientos y decisiones que nos permitan liberarnos, liberar al otro y a la otra del guion preestablecido, compartiendo espacios y tiempos donde poder colaborarnos con herramientas que nos permitan dialogar, complementar, explorar, experimentar el guion y en ese gran escenario crear, improvisar, jugar, asombrarnos y aceptarnos, desde nuestras infancia en adelante sin olvidarnos ni despojarnos de ella, su magia y belleza.

Entendemos que este estado de infancia es maravilloso, complejo, profundo, mágico y eterno, el cual como adultos y adultas, debemos resguardar y nutrir constantemente regalándonos momentos que nos permitan que aflore, a pesar de sentirnos en la vorágine del estado de adultez, y lo que hemos comprendido por ella en un sistema que visibiliza al adulto como una máquina de producción, la infancia siempre estará para salvarnos y acariciarnos, con esto detenernos a proyectar las formas de acción con las infancias en estado de infancia.

La infancia es un periodo de maravilla y admiración en el que el mundo atrapa nuestra atención a través de nuestros ojos y oídos recién estrenados. No es difícil encontrar a niños pequeños absortos en un momento gozos columpiándose o dando vueltas tan solo para sentir que el mundo gira en torno a ellos. Los niños son místicos naturales cuyo asombro les despeja, en ocasiones, el camino hacia el éxtasis y la unión.
(Hart, 2013, P:)

Pensar en los tiempos de las infancias nos obliga a sentirlas en esos tiempos que no son los tiempos de los adultes, el cronos nos ha ahogado en espacios y temporalidades sumergidas en decisiones relacionadas con la producción, en un sistema que nos empuja a la creación de
monólogos, al individualizar los “logros” y quehaceres laborales, entonces los tiempos de las infancias son aún más alejados, a ratos contaminados e incluso invisibles para muchos y muchas. Sentir esos tiempos nos permitirá comprender la importancia y el disfrute de la belleza de acciones que hemos olvidado, como parar, respirar observar y avanzar, para dar vueltas, jugar, improvisar, dialogar y proponer nuevos estados de tiempos de infancias en los tiempos de adultes y permitirnos disfrutar del asombro. “El mundo real creado por los adultos viene a pesar sobre los niños en crecimiento, moldeándolos hasta convertirlos en miembros cada vez más predecibles de
la sociedad.” (Nachmanovitch, 2016)

Hoy pensamos y nos movilizamos para la conformación de escenas colectivas, que vayan creando dramaturgias dinámicas, reflexivas, que cobijen las maravillas de las infancias, de todas las infancias, las que naturalmente actúan en comunidad, comprendiéndola como un estado en espiral que vuelve constantemente para seguir avanzando con cada experiencia que en ella se inscriba.

“…el acto teatral es, ante todo, un acto de comunicación, mediante el cual un grupo de personas comparte una determinada realidad en un momento dado del espacio y del tiempo. Los dos aspectos se solapan dentro del teatro y para ambos puede resultar un valioso elemento de dinamización y progreso humano”
Ucar (1992) en Núñez y Navarro (2007)

Ser con las infancias en un escenario bello, recíproco, respetuoso, que permita escucharlas, admirarlas y acompañarlas, permitirá un devenir donde se sientan libres y seguros para crear, opinar, estar activos, ser espectadores participativos quienes propongan los ambientes como espacios democratizadores, que les permitan entrar al escenario para cambiar la historia y presentarse como sujetos críticos, reflexivos, opinantes y no esperar tras bambalinas su turno de comenzar a ser y a estar.

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